Tacometría e Insultícia Aplicadas


Naranjas! soltó de repente. La miré sorprendida. El susodicho cítrico no se encontraba por ninguna parte dentro de nuestro campo visual.
Resultó ser una expresión muy etérea de contrariedad.
Tiene explicación; Rosario rebasaba los 80 y aunque la buena señora era contemporánea de Cela, su glosario de improperios se limitaba a unos cuantos vocablos de dudosa intensidad.
Yo conocía los 'básicos' y utilizaba para todo tipo de ofuscaciones la misma socorrida palabra repartida en mucha cantidad entre estudiantes para la buena suerte.
Por cierto, lo de «mucha..» proviene del teatro, se la deseaban mutuamente los artistas cuando se encontraban.
El origen no esta claro; o bien se refería a las deposiciones de caballos a la puerta del teatro (a más desechos corporales caballares, más clase alta, más monedas), o a la cantidad de estiércol en la entrada de los pueblos (una buena cantidad significaba feria y confluencia humana más abundante delante de la que actuar).
Mis personajes hasta ahora no lo demandan, y me resulta violento plasmar sobre el papel tacos de apostura (llámenlo ustedes mojigatería, pero cada uno es como es). Me veo abocada a descafeinados como 'diantre' (suena a peli del oeste) y 'coimes'.
El que da una talla medianera es 'demonios', pues al menos proporciona una suave bocanada de azufre del averno.
La solución: «. frunció los labios y una vulgar palabra malsonante salió disparada de su boca.». Y que cada uno piense en su taco preferido.
Para la mofa, una buena ración de creatividad; fíjense en Mae West : «su madre debería haberle tirado cuando nació y haberse quedado con la cigüeña».
Pero si realmente quieren estar al día, 'El gran libro de los insultos' de Pancracio Celdrán, con 10.000 improperios, es una apuesta segura.