Sueños Aplazados


A veces pensamos que cuando éramos niños no sabíamos lo que queríamos. Y sin embargo es la época de la claridad, cuando deseamos las cosas ya, y nada enturbia nuestros planes: todo es posible.
Con el paso de los años, uno deja de lado las 'tonterías' y se desliza hacia el lado práctico de la vida, se ríe de sus afanes de adolescencia e intenta vivir el día a día con sensatez. «¿Cómo pude pensar yo...? ¡Qué bobería!».
Se entierran las ilusiones. A veces se siente en el alma una arenilla molesta; un no sé qué, que se filtra a la consciencia de vez en cuando. Otras veces, la arenilla se convierte en losa. Y los pies se arrastran bajo un peso de origen desconocido.
Leo una entrevista en LA VOZ DE AVILÉS a Josefina Ribot, pintora del Grupo Arte Sabugo de Avilés. Desde niña su afición era pintar. Dejó aparcada su afición para, como hacemos todos, ganarse la vida. Afirma que entonces, pintar era algo muy bohemio.
Antes y ahora. El grito igual no llega al cielo, pero se quedará prendido cerca de las nubes. La expresión artística sigue siendo motivo de especulaciones mentales negativas en el entorno familiar. ¿Qué padre no tiembla si su retoño le viene con la siguiente afirmación?: «papá; quiero ser pintor, actor, escritor, escultor, cantante...».
La contestación será algo así como: «hijo, comer es importante». Y las expectativas se teledirigen hacia encontrar trabajo en multinacional: fijo y bien remunerado.
Pero no hay que desistir. Al final de la vida se lamenta más lo que no hemos hecho y no lo que hicimos.
Anímense si ese es su caso. Nunca es tarde.
Uno de tantos ejemplos que se pueden poner: María Galiana, de la serie 'Cuéntame lo que pasó'. Alternaba familia y trabajo de profesora en un instituto con su afición a las tablas. Y la insistencia logró hacerla famosa a los 50 años.