Robots

Isaac Asimov imaginó mundos metálicos y proyectó la preocupación existencial del hombre al robot, que en muchos de sus relatos cobra consciencia de sí mismo para descubrirse con los mismos problemas éticos que los hombres. Y con el preocupante añadido de saber que su creador, el ser humano, es un ser imperfecto.
Es divertido cómo el hombre esboza sus propias debilidades en sus creaciones imaginarias. Empezando ya por los dioses del Olimpo, Zeus y compañía y sus homólogos egipcios, con sus devaneos, intrigas y crímenes políticos. Y terminando por los extraterrestres: excepto ET y algún otro, los demás secundan la tendencia humana a la crueldad y la conquista.
Aun sin sentimientos, los robots, como se expuso en Oviedo en las jornadas sobre nuevas tecnologías y discapacidad, son el futuro inmediato en materia de ayuda en las tareas diarias a las personas mayores y a discapacitados. Donde esté el calor humano, sobran los robots por muy útiles que sean. Pero también está en juego el orgullo de no sentirse dependiente y poder arreglarse sin someterse al humor o la disponibilidad de los demás.
En Gijón hubo debate sobre el desarrollo de otras máquinas: las de ordeño. Se realizaron dos patentes de sensores; uno mide la materia grasa en la leche y el otro puede detectar determinadas enfermedades. Este último van a implantarlo en una ganadería de la región con la intención de controlarlo on-line. Veo que el futuro es estar en París, encender el ordenador, y ordeñar la teta derecha de la vaca número 7 del sector 4. Precisión ante todo. ¡Ay, si mi güelo levantara la cabeza! O quizás consigan lo que no logró Rocío Durcal en 'Tengo 17 años'; poner la tacita debajo de las ubres de la vaca, mirarla a los ojos y decírle algo así como «un café con leche, por favor».
27/06/2009 Publicado en LA VOZ DE AVILÉS, María José Rosete