Impresionante


El reino de la fantasía es considerado un lugar reservado para niños e ilusos. Su principal herramienta es la imaginación, alojada en el hemisferio derecho del cerebro, donde reside la intuición. Lo que les voy a contar no es nuevo, lo habrán oído antes: a veces la literatura se adelanta a la ciencia.
Poseo dos láminas, reproducciones extraídas de un Bestiario, donde se muestran terribles monstruos dotados de ojos humanos de penetrante mirada y expresión maligna.
Bestias rescatadas de mitos y leyendas; mezclas de personas y animales. Productos de una mente febril.
Pero, aunque muy humilde en tamaño y en fechorías, ¿quién hubiera podido predecir la existencia en 1985 de un ratón con un cartílago de oreja humana en la espalda? ¿Imaginan el horror de ver aparecer, sin previo aviso, por sus cocinas a un ratón con una oreja o una nariz pegada?
No existe un taburete lo suficientemente alto para distanciarnos de semejante espanto.
Mary Shelley concibió a Frankstein. Un ser rehecho bajo la filosofía del corta y pega en contraposición a Pinocho, que tuvo más fortuna y salió del mismo pedazo de madera.
Hoy en día se hacen trasplantes de córnea, de corazón, de riñones, de manos, de brazos.
Un caso clásico: Julio Verne. Anticipándose al uso de la electricidad para otros usos diferentes de la luz, detallando los paseos por el suelo marino antes de la existencia de los buzos, y describiendo algo parecido a un helicóptero y a un tanque.
Por último, Morgan Robertson escribió en 1898 (14 años antes de lo del Titanic), 'Futilidad'. Relata el hundimiento de Titán, un enorme transatlántico con insuficientes botes salvavidas que colisiona con un iceberg.
Conclusión: si cae en sus manos un libro de Isaac Asimov y sus robots, léanlo con respeto. ¡Pueden estar leyendo el futuro!