Caprichitos De Genes


El hombre es una máquina. Que sí, que sí. Déjenme convencerles. No me refiero a una máquina rellena de sentido común y exenta de sentimientos. No. Hago eco de las noticias que rondan por los medios. Despertó mi curiosidad lo de 'nutrigenómica'; 'palabro' apto para formar parte de un trabalenguas.
Resulta que somos tan especiales y tan distintos entre nosotros, que millones de personas en el mundo poseemos no sólo diferente caras, huellas, experiencias, ADN y DNI. Hay más. Nuestro intransferible código genético lleva unas cuantas sorpresas incorporadas.
Olvidémonos de una vez de las dietas maravillosas generalizadas; estamos en proceso de descubrir el porque, (¡maldita sea su perfilada estampa!) a la vecina del segundo le va estupendamente con la dieta de la sopa del tomate y a nosotros no. Existe una relación directa entre los nutrientes y nuestros genes. Y si a una persona el ajo, le disminuye el colesterol LDL (el malo), a otra puede que no le haga efecto. Pero claro, sin conocer nuestros genes y sus gustos, difícil adivinar. Excepto la intuitiva Victoria Bec-kham que sabe de antemano que el ajo es perjudicial para sus flemáticos genes sin análisis previos, sólo a golpe de presentimiento olfativo. No quiero ni pensar si le ponen un buen cabrales delante.
Los científicos estudiosos y apasionados de la nutrigenómica, presentan un mundo futuro, dónde cada uno irá al supermercado con una lista de alimentos específicos con nutrientes que activen la acción protectora de sus genes frente a algunas enfermedades. Que Dios ampare a las madres de familia numerosa.
Y un punto para nuestra hispana intuición: el refranero español se adelanta a la ciencia. Me refiero a lo de que 'el hambre agudiza el ingenio'. La proteína que provoca hambre, mejora la memoria. Que cosas.