Quejas


Esta vez, llamó mi atención un artículo sobre las quejas más absurdas de turistas ingleses. Viajar abre la mente, pero hay quien sale de viaje con un muro alrededor del cerebro por miedo a contaminarse con los puntos de vista externos. Y tal como parte, así regresa, con los ladrillos intactos. Lo dice la sabiduría popular «hay xente que no tá pa salir de casa». Uno protestó porque su vuelo de regreso a Inglaterra desde Jamaica tardó nueve horas, mientras que a los americanos «sólo les llevaba tres horas».
Desde luego es una tremenda injusticia. La compañía aérea tiene la obligación de acortar los tiempos de vuelo a comodidad del cliente. Y si no, que muevan la isla a una distancia equitativa entre Inglaterra y EEUU, no faltaba más... Los asturianos, sin embargo, ya damos saltos de alegría con que el avión salga de Santiago del Monte y no nos dejen en tierra con la excusa multiusos de «causas climatológicas adversas». Otro, se quejó porque no le habían dicho que los mosquitos «pican». Tiene más razón que un santo. Las que pican son las mosquitas, las hembras. Sólo que los insecticidas matan indiscriminadamente para que no los acusen de machistas.
Uno más se indignó porque su agente de viajes no le dijo que llevase traje de baño a un parque acuático. ¿Sería nudista el hombre? Reclamación porque la arena de la playa era demasiado blanca. No pasa nada: se la cambiamos por unas cuantas paletadas de la contaminada en su día por el Prestige.
Queja por comprar unas Ray Ban de 3,5 libras que ¡eran falsas! Incluso hubo quien reclamó porque España esta llena de españoles. Pues sí. Pero me temo que es un problema de difícil solución, porque los presupuestos del Estado no incluyen financiar un plan para que juguemos al escondite cuando vengan los turistas.