Pienso que no se debería decir que los asturianos no nos modernizamos. Es más, opino que estamos cogiendo aires tecnológicos japoneses. Y a la vez los contagiamos de asturianía. Tomemos como ejemplo los mangas, los famosos cómics japoneses. Mi primer contacto con ellos fue hace unos años en un viaje a Alemania.
Me dio por curiosear un manga de una serie de dibujos animados que estaban echando en España. En ese momento, descubrí que se leen al revés, y que si abres la primera página estás listo porque ya te has planchado el final.
Fue una revelación parecida a cuando Louis de Funes en su película 'Las aventuras del rabino Jacobb' señaló que el hebreo se lee de derecha a izquierda -al revés que los europeos- y para rizar el rizo, David Carradine en 'Kung Fu' nos enseñó que el chino tradicional se lee de arriba abajo y de derecha a izquierda -una adquiere sabiduría de la forma más insospechada-.
Pues bien, ya tenemos manga en bable, no me digan que no es original, y además las autoras son mujeres. Presentaron el mes pasado su segundo manga en castellano en el congreso de cultura japonesa en Oviedo.
Otra característica atribuible a la cultura nipona es el amor por la tecnología robótica. Y parece ser que el año que viene se prevé que una carpa mecánica de 1,5 metros -cuya misión secreta es localizar focos de contaminación-, de sus primeros coletazos en aguas gijonesas.
Aclaro que es un proyecto europeo de origen inglés. Tiene un coste que ni la angula: sobre 21.000 euros. Si la hubiera pescado Henry Fonda en 'El estanque dorado', les aseguro que no la suelta. Quizás su exorbitante precio este relacionado con la incorporación de wifi, lo que dudo impresione a las otras carpas.
No le auguro una vida social intensa, más bien la veo condenada al ostracismo por parte de sus congéneres.