Alcohol y Risas

Por la sugerente cercanía de la fiesta de La Folixa el mes pasado en Mieres, la Concejalía de Salud del Ayuntamiento instaló un puesto de control de alcoholemia voluntario, a disposición ciudadana para concienciar sobre el consumo de alcohol.
Aunque más suena, a nivel práctico, para valorar por parte del personal cuántas cañas se puede tomar sin que le multen. Lo del alcohol es algo que llevamos realmente mal en este país, con una serie de ideas asociadas incompresibles al raciocinio. Todavía tengo en mente las palabras de un adulto y bien adulto cuando en medio de las risas por las bromas mutuas en un grupo, salta: «jolín lo que nos estamos riendo y ni siquiera estamos bebidos». Pues vaya.
Parece que hay una conexión directa entre pasárselo bien y alcohol. Desde luego que una cervecita o dos, o lo que el cuerpo de cada uno admita según su estructura sin alterarla, alegran el alma de vez en cuando; pero no creo que sea imprescindible para lograr la felicidad. Sigue en boga ese tipo de alcohólico que surgió hace unos años: el de fin de semana que se reserva hasta el viernes para empezar una maratón que no acaba hasta el domingo por la noche.
El que no entra al juego es un rancio que no sabe estar en convivencia, un ser aburrido que queda relegado al mundo infantil del café y del refresco y no sabe divertirse.
Porque vaya si hay presión para que se consuma, debe ser como en Fuenteovejuna: todos a una. Si dentro de ciertos grupos se anexiona alguien nuevo, la manera de integrarse es a base de beber, y lo mejor que te puede pasar es ponerte 'ciego' a copas y llegar al día siguiente a casa (cuidadín en ese punto, porque alguien que mola, hasta las seis de la mañana como mínimo no vuelve a casa).
Precisamente otro tipo de conversaciones que oigo a menudo es eso de: «jolín, te acuerdas de aquella noche, que bien lo pasamos y que mala me puse, me la pasé vomitando y al día siguiente no podía ni levantarme de la cama».
Desde mi punto de vista, juergas como esas, tan divertidas, me las intento ahorrar todas.
222/5/2010 Publicado en LA VOZ DE AVILÉS por María José Rosete