Robots

La inteligencia artificial, fuente de inspiración de tantos libros y películas de ciencia ficción, se acerca a la realidad cotidiana. Si ahora las máquinas se ocupan de los trabajos más duros y rutinarios, poco a poco se piensa en ellas como acompañantes, cuidadores y 'amas de casa'. Los niños mientras juegan, aprenden a programarlas y a construirlas, como demuestra el torneo regional que se celebró en Gijón con robots fabricados por los propios chavales con la ayuda de microprocesadores y piezas de Lego.
Es imposible pensar en los robots sin que a la mente nos vengan los japoneses, empeñados en adaptarlos a la vida afectiva del ser humano. No sólo avanzan a nivel de circuitos, también apuestan por una apariencia similar a la nuestra. Uno de los últimos, con rostro femenino y piel de silicona flexible, es capaz de sentarse, parpadear y además parece que respira.
En el sector de la seguridad, se fabrican robots con el ánimo de protegernos y avisar de posibles intrusos. No quiero ser alarmista, pero viendo como a un ordenador normal casero a veces se le van los chips a tomar vientos y hace cosas raras (a veces los culpables son nuestros propios dedos), no me imagino tener un androide en casa. Dormiría mal.
Siguiendo esta línea, Honda desarrolla un robot que se controla con el pensamiento. Es decir, se conectan a la mente de un humano unos sensores y a través de ellos se envían las órdenes al robot, y este las interpreta correctamente en el 90% de los casos. Me recuerda a la película futurista de Kirt Douglas y Farrah Fawcett; Saturno 3. Si los robots en un futuro obedecieran a los humanos solo con el pensamiento y viendo lo que algunos guardan escondido en su interior.
Pero pensemos en positivo y en porqué realmente se fabrican esos robots: para ayudar y mejorar la calidad de vida de las personas dependientes.
Cambiando de tercio, después de tres años, me despido por el momento de todos ustedes y les agradezco la atención prestada; espero haberles hecho pasar algún rato entretenido.
26/2/2011 Publicado en LA VOZ DE AVILÉS María José Rosete Fernández