Modas Pasajeras

El mes pasado me llamó la atención un artículo de este periódico que trataba sobre la obsolescencia programada, es decir, de cómo los productos que compramos están pensados para que duren unos años y luego nos veamos obligados a comprar otros. Y cómo las garantías cada vez duran menos. Se evita saturar el mercado y las fábricas quieren seguir vendiendo para subsistir. Por otra parte si fabricaran algo realmente bueno y duradero. casi no seríamos capaces de pagarlo por el precio de los componentes y la mano de obra.
También está el consumismo 'de asalto', ese que inunda el mercado y que tiene fecha de caducidad. Son esas modas pasajeras de productos que vienen apiladitos en containers y que surgen y desaparecen sin que nadie sepa por qué. Por ejemplo esa especie de zuecos de resina llenos de agujeros que te los venden como 'orificios de ventilación'. Nunca los agujeros fueron tan caros.
O los tenis de niños con rueditas en el talón y lucecitas. Eso, a darles cancha, con lo que corren ya de por sí: además a perseguirlos por las calles.
O las orejeras de peluche que este año se llevan mucho, junto con unos gorros que las llevan incorporadas y que parecen sacados del Doctor Zhivago.
Añado nuestra obsesión por poseer el último modelo, que también hace su parte. Porque ¿cuántas veces hemos cambiado de móvil y sin embargo funcionaba? Ocasionalmente hay quién lo pierde (o se lo pierden.) pero no es tan habitual. Si hacemos examen de conciencia, más de uno y de una tendrá uno o dos móviles viejos en casa, que no tiramos porque están bien aunque finalmente no volvemos a utilizarlos a no ser que nos pase algo con el último.
Lo consideramos una parte más de nuestra imagen, como un cinturón o un bolso. También estoy segura de que muchas de las aplicaciones y funciones que traen, no las usaremos nunca.
Luego están las modas disparatadas. Como esa de las pelucas de colores para perros, que las venden con el concepto de que el perro estará más calentito. Para eso, ya puestos, que le pongan una boina.
12/2/2011 PUBLICADO EN LA VOZ DE AVILÉS María José Rosete Fernández