Todos en Moto

Siempre hay alguien que salta un poquito más alto, que corre más rápido, que fabrica un avión mejor o una bomba más potente. Pero sin ser grandes atletas, ni físicos, ni economistas, los que somos de a pie también poseemos la capacidad de sorprender cuando se nos ocurren ideas extraordinariamente... peregrinas.
Intuyo que los agentes de tráfico reciben diversas enseñanzas encaminadas a que el personal no se quede con ellos. Una vez me pararon en la carretera vieja de Gijón para hacerme un test de alcoholemia. Rutinario para ellos, pero para mí no, era el primero que me hacían. Lo primero que me preguntó el agente, en vez de por los papeles, fue si había bebido. Y como una suele decir por desgracia lo primero que se le pasa por la cabeza, le dije la verdad: «Sí, leche». Al pobre le dio un espasmo, pero aguantó el tirón. De todos modos hice el test y así comprobó que ni yo, ni la vaca de la que era la leche, habíamos bebido.
Ahora vayamos a otra comunidad. Los agentes ven una moto sobrecargada con tres ocupantes y se encontraron con la sorpresa de su vida: una cabra motorizada. Iba insertada entre los otros dos.
Imagínense nacer cabra y en vez de tirar para el monte, que te lleven en moto. El detalle, es que la cabra motera iba segura. Llevaba casco, como toda buena cabra responsable. Ahora claro, no cumplía con otros importantes requisitos; iba indocumentada y no era bípeda.
Y los que la llevaban, doblemente responsables: primero por la imprudencia y segundo ante sus parientes. Quedarán para siempre como «los que un día llevaron la cabra en moto». Y sus hijos serán los hijos «del que llevó la cabra en moto». Y los nietos pueden ir a Oxford o ganar el premio Nobel, pero siempre saldrá una viejecita declarando: «sí, pero ¡su abuelo llevaba una cabra en la moto!»
10/10/2009 Publicado en LA VOZ DE AVILÉS Mª José Rosete