Noches Blancas

Noches en blanco las hemos vivido todos: por estudios, por preocupaciones, por trabajo o por juerga. Por ver museos y asistir a actos culturales no suele ser la razón. Hasta ahora.
La Noche en Blanco, en la que aúnan esfuerzos Avilés, Gijón y Oviedo, es una idea estupenda que ya se celebra desde hace años en otras provincias. En Madrid este año fue hasta corta, y muchos se quedaron sin espectáculo o sin entrada gratuita después de hacer colas interminables alrededor de los museos o la ópera. Tendrán que sumarle alguna noche más.
La cultura es como una habitación con vistas a otros interiores. Abre la mente, y no hay nada que haga evolucionar más, que mirar el mundo desde perspectivas que no son las propias jugando a ponerse en la piel de otro e intentando comprender lo que nos quiere transmitir.
Y también nuestra mente es única a la hora de observar, por ejemplo, un cuadro. Lo hacemos nuestro viendo en él cosas distintas de las que el autor quiso expresar. Eso sucede con los libros; cada uno 'viste', 'mueve' y 'recrea' unos protagonistas determinados. Incluso conozco quien se divierte imaginando a sus parientes en la trama. Pero a veces la imaginación no acaba ahí. Pasa como la Historia, se adornan o se pierden hechos y cada uno se fabrica los recuerdos a medida.
Una vez de niña discutí con las amigas por 'Lo que el viento se llevó'. Había visto muchas veces la película (tantas como lo dispuso la TV1 todas las navidades) y estaba segura de que la protagonista terminaba en unas escaleras, sola y con la convicción de buscar a su marido con la misma insistencia o más con la que había perseguido a su bendito Ashley. Pues todas estaban convencidas de que me equivocaba y de que terminaban juntos. Hubo que esperar a las navidades siguientes para sacarlas de su error.
3/10/2009 Publicado en LA VOZ DE AVILÉS María José Rosete