Juguetes

En Pola de Siero y por iniciativa del grupo Ventolín se inauguró la exposición 'La vida es juego'. Esta edición lleva por título 'Xuegos originales y populares' y nos muestra juegos como el de la rana, chapas, peonzas, mariquitas.
Me entusiasman los museos de juguetes. En Londres fui a uno dedicado al osito Paddington y a otro de juegos populares antiguos, incluidos los que se ponían en las ferias, como ese tan divertido de meter la mano y que te leyesen el futuro.
En Munich hay otro museo de varias plantas pegadito al ayuntamiento, lleno de ositos despeluchados y juguetes de hojalata. Como soy 'niña', la que me encantó fue la colección de muñecas y autómatas de porcelana de un precioso museo de Salamanca, el Museo Art Nouveau y Art Decó de la Casa Lis. Posee más de 300 piezas y según afirman es la mayor muestra pública a nivel mundial. Eso sí, confieso que alguna de esas muñecas podría protagonizar perfectamente excelentes películas de terror.
Todo el mundo juega, incluso los animales, sólo que el ser humano no lo hace únicamente con la intención de aprender; también con la de divertirse por divertirse. Si digo que los juegos de antes me parecían más entretenidos, peco de estar anclada en el pasado pero me van a tener que dar la razón en algo; eran juegos más manuales y despertaban la imaginación con menos materiales. Es verdad, que las videoconsolas ejercitan la imaginación, pero a veces hay quien por desgracia confunde la ficción con la realidad y prefiere refugiarse en un mundo inexistente, donde ganar batallas convertido en píxeles hace que se sienta más orgulloso de sí mismo.
A lo que me refiero es que los juegos de antes fomentaban salir a la calle y hacer amigos: el contacto humano. E incluso también la amistad filial porque cuantos padres no habrá por ahí que han jugado al Scalextric y al mecano con sus hijos. O aquellos padres que se podían permitir comprar y poner en el salón una estación de trenecitos con paradas y todo y luego casi jugaban con ellos más que sus hijos. ´
17/4/2010 Publicado en LA VOZ DE AVILÉS María José Rosete Fernández