Se acerca agosto y es difícil resistirse a planear viajes. Unos son los que haríamos con la Primitiva acertada, otros los que estarían bien, y luego los reales, que incluyen bocadillo de mortadela y el autobús de turno. Estos últimos no nos mueven tantas endorfinas como los de fantasear, así que vamos a jugar a violinista encima del tejado e imaginar que somos ricos sólo para ejercitar la parte derecha del cerebro.
Todo se puede vender. Por eso existe un tour alrededor de las mansiones de los artistas de cine en Hollywood. Ya lo sé: cuando vamos de viaje por Europa, aparte de iglesias y ayuntamientos también visitamos casas: aquí vivió Goethe, aquí suspiró Mozart, allí durmió Cervantes, y más allá tomó sus baños Sisi emperatriz. Pero hay diferencia entre admirar pistas de tenis y piscinas kilométricas, y todo el arte que encierran los palacios y las casas antiguas convertidas en museos.
Es más tentador el Orient Express. Un tren 'reto' cincelado a base de glamur que nos lleva por Siam, Malasia, Singapur. Poirot, el de Agatha Christie, no está incluido, pero con todo lo que hay que ver no lo echaríamos de menos. También tenemos las vacaciones de aventura. Como las que ofrecen promotores rusos: disfrute usted de Chernóbil. Espectaculares bosques luminiscentes y lobos radiactivos. Son las vacaciones perfectas para enviar al jefe, a la suegra o algún odioso enemigo.
Bueno, volvamos a la realidad. Al bocata de mortadela. Seamos sensatos. ¿Por qué ese empeño en salir de Asturias cuando todo el mundo quiere venir? Cojan el calendario y prepárense unas vacaciones 'fiesteras'. Empezamos con la música celta en Avilés; queda el descenso del Sella, la fiesta Vaqueira, Semana Grande en Gijón.
25/07/2009 Publicado en LA VOZ DE AVILÉS Mª José Rosete