Las fiestas de Solís en Corvera terminaron con la elección del rey del váter y la reina del bidé, que como manda la tradición la emprendieron a martillazos con sus regios y recién ganados tronos. Confieso dos cosas a la par: mi curiosidad y mi ignorancia, porque aunque no dudo de la veteranía de tales reinados, nunca antes lo había oído y sería curioso saber por qué surgieron. Aunque no tenga nada que ver, me recuerda ciertas leyes que todavía hoy están vigentes. Algunas de ellas son netamente ideas peregrinas.
En Ohio está prohibido que una mujer soltera se tire en paracaídas los domingos. Por mi parte adelanto que aunque no vivo en Ohio, lo voy a cumplir a rajatabla.
Una de Tenesse es todavía peor: es ilegal que una mujer conduzca un coche a menos que un hombre corra o camine delante de ella mientras agita una bandera roja, para avisar a los demás.
Añadiría que si son pareja y han discutido, el hombre mejor que corra detrás, por precaución.
En Tejas es legal cometer un homicidio, siempre y cuando le digas a la persona cómo y cuándo vas a matarla. Bueno, creo que el primer paso antes sería llevarla a Tejas y luego soltárselo de sopetón, por eso de no arruinar del todo el factor sorpresa. Y grabarlo todo, incluida la confesión: ¡para que sea admitida como prueba en la defensa!
Otra vez nos vamos a Ohio. Está prohibido tener un pez borracho. Quién sabe los peligrosos desmanes que puede cometer el muy pérfido dentro de su diabólica pecera.
En Fairbanks, puedes ir a la cárcel por servirle bebidas alcohólicas a un alce. Yo creo que esta ley deberían endurecerla en Navidad, no vaya a ser que Papa Noel sustituya los renos por los alces y a saber dónde entrega los regalos.
En Atlanta, sin embargo, lo que no se permite es atar una jirafa a una farola. Yo por eso tengo la mía en la terraza y de ahí no la muevo.
Viendo estas últimas leyes, no me extrañaría que se inspirasen los vecinos de Nuevo Gijón, que días atrás han tenido pastando por sus parcelas a un dromedario, a dos llamas y a varios ponis.
9/10/2010 Publicado en LA VOZ DE AVILÉS. María José Rosete Fernández.